EL AÑO Y SUS VELOCIDADES
Cuando hace “dos días” y medio me contaban mis mayores lo rápida que pasaba la vida, yo, con todos mis respetos por sus edades, conocimientos y experiencias, sonreía para mis adentros y pensaba: “Como les explico que en un solo día me ha dado tiempo a estudiar, comer, dormir, jugar un partido de futbol, escribir casi un capítulo de mi nueva novela, hablar con mis amigos y aburrirme hasta ponerme nervioso”.
Ya pasados esos “dos días” y, de entre ellos, los últimos trescientos sesenta y cinco de este 2009, de nuevo me pregunto: “¿Si cuando mis mayores la vida viajaba rápida, a qué velocidad circula ahora?”
Tengo gran obsesión por aprender; quiero saber de todo y, por encima de ese todo, de este mundo de internet y la ciencia que lo faculta, pero no puedo. Antes tardaba poco en aprender mucho; ahora tardo mucho en aprender poco. Cierto es que me consuelo pensando que ahora aprendo con mas detalle y profundidad, pero no me lo creo. Es que, realmente, la vida circula a diferentes velocidades, dependiendo de la edad desde la que la observas. Yo ya, cerca de la frontera, miro hacia atrás y no me da tiempo a ver todo. Pero me consuela ver cómo los jóvenes tienen tiempo, como yo hace “dos días”, a estudiar, escribir, leer, dormir, comer pizzas y hamburguesas, jugar a esas endiabladas maquinitas que, en cierta ocasión, intenté manejar y mis pobres dedos quedaron atrofiados para siempre. También salen con otros chic@s, juegan sus partidos de futbol y…
¡¡¡Sí, aún hay un Y!!! ¡Increíble que aún puedan hacer algo más! Pues, lo hacen. Escriben en internet, navegan por la red, como yo de joven navegaba cruzando el río a nado, junto a mi pueblo; hablan en esos raros chats a los que me cuesta hasta entrar, crean sus blogs, sus webs y no sé cuantas cosas más.
En fin, me rindo.
¡Ah, no, espera! Y además les da tiempo a aburrirse. ¡Sí, como yo hace “dos días”!
¡Dios! Y a mi casi no me da tiempo a levantarme de la cama. Pero ya veréis el próximo año como cambian las cosas; ya veréis, ya.
Cuando hace “dos días” y medio me contaban mis mayores lo rápida que pasaba la vida, yo, con todos mis respetos por sus edades, conocimientos y experiencias, sonreía para mis adentros y pensaba: “Como les explico que en un solo día me ha dado tiempo a estudiar, comer, dormir, jugar un partido de futbol, escribir casi un capítulo de mi nueva novela, hablar con mis amigos y aburrirme hasta ponerme nervioso”.
Ya pasados esos “dos días” y, de entre ellos, los últimos trescientos sesenta y cinco de este 2009, de nuevo me pregunto: “¿Si cuando mis mayores la vida viajaba rápida, a qué velocidad circula ahora?”
Tengo gran obsesión por aprender; quiero saber de todo y, por encima de ese todo, de este mundo de internet y la ciencia que lo faculta, pero no puedo. Antes tardaba poco en aprender mucho; ahora tardo mucho en aprender poco. Cierto es que me consuelo pensando que ahora aprendo con mas detalle y profundidad, pero no me lo creo. Es que, realmente, la vida circula a diferentes velocidades, dependiendo de la edad desde la que la observas. Yo ya, cerca de la frontera, miro hacia atrás y no me da tiempo a ver todo. Pero me consuela ver cómo los jóvenes tienen tiempo, como yo hace “dos días”, a estudiar, escribir, leer, dormir, comer pizzas y hamburguesas, jugar a esas endiabladas maquinitas que, en cierta ocasión, intenté manejar y mis pobres dedos quedaron atrofiados para siempre. También salen con otros chic@s, juegan sus partidos de futbol y…
¡¡¡Sí, aún hay un Y!!! ¡Increíble que aún puedan hacer algo más! Pues, lo hacen. Escriben en internet, navegan por la red, como yo de joven navegaba cruzando el río a nado, junto a mi pueblo; hablan en esos raros chats a los que me cuesta hasta entrar, crean sus blogs, sus webs y no sé cuantas cosas más.
En fin, me rindo.
¡Ah, no, espera! Y además les da tiempo a aburrirse. ¡Sí, como yo hace “dos días”!
¡Dios! Y a mi casi no me da tiempo a levantarme de la cama. Pero ya veréis el próximo año como cambian las cosas; ya veréis, ya.