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domingo, 22 de noviembre de 2009

EL CRISTAL AMARILLO CON QUE SE MIRA


EL CRISTAL AMARILLO CON QUE SE MIRA


Recuerdos de una amarillenta y solitaria noche de invierno, esperando encontrar a alguien con quien hablar y poco más. La vida no me da plazos para cancelar deudas de agradecimiento pero, de vez en cuando, me tomo un respiro y, en silencio, con la oscuridad difuminando mis intenciones, me dejo llevar por algunos recuerdos y deambulo lentamente hasta encontrarme con la soledad.

Me gusta pasear por las solitarias y oscuras aceras en las noches de invierno; cruzar el parque, oyendo silbar el aire entre las amarillentas hojas de los árboles, sintiendo como el frío paraliza mi sangre mientras consumo lentamente el cigarrillo entre los labios; si, me gusta ese silencio. En él me siento diferente, mejor, mas cerca de mi propio yo, me siento vivo, bien, por eso lo cuento. Es como un intercambio; en mi anonimato escondo mi rubor, abro el frasco de mis pensamientos y a cambio recibo a alguien con quien conversar, con quien intercambiar sueños que, de otra forma, irían al fondo negro y silencioso del olvido. Eso no es bueno, necesito memorizar porque, cuanto mayor es mi memoria, más intensa me parece la vida vivida que, en realidad, es lo único que me queda al llegar a mi horizonte.

Esas noches frías, amarillas por la iluminación de las antiguas farolas, me acompañan y me gusta su compañía. No escondo tristeza, ni en mi vida, ni en mi alma ni en mis recuerdos. No se puede buscar tristeza en mis palabras, ni abandono, ni añoranza de lo que no pudo ser. Es solo la necesidad de llenar mi memoria no solo de acciones, también de emociones. Vivencias del cuerpo y vivencias del alma; el problema es que ella, el alma, al llevar tantos silencios encarcelada en mi cuerpo, ve la vida de una forma más gris, como los anocheceres que me invitan a pasear por las solitarias y oscuras aceras de cualquier lugar. Las piernas me piden descanso, pero la edad y la niebla que poco a poco va inundando de tibieza el paisaje me aconsejan seguir andando. A veces me pregunto. Mis seres queridos llenan mi vida de motivos y la llenan con tal intensidad que a veces me da miedo no tener suficiente cavidad en mi alma para alojarlos. Pero la edad me va acercando lentamente a mi final, a la muerte, a mi verdadero horizonte y, quedándome parado en medio de la tibieza del amarillo imperante me pregunto: Al morir, moriré yo solo; todos ellos quedarán aquí recorriendo sus inexorables caminos hacia sus horizontes, entonces… ¿Si hay algo más he de enfrentarme a ese algo en solitario? ¿Con qué bagaje? ¿Con qué podré justificar mis acciones? ¿Qué razones se pueden dar cuando no nos acompañan esos seres queridos que las apoyarían y les darían solidez a las preguntas?
He buscado la soledad toda mi vida como soporte seguro para mi estabilidad emocional y, ahora, cuando la muerte me la da gratuitamente… ¿Ahora me voy a preocupar de hacer el viaje solo? ¡¡¡Que absurdo!!! Seguiré paseando hacia el café de la esquina anónima. ¿Me acompañas? Prometo no pensar mas.

martes, 10 de noviembre de 2009

Referencias de escritores


Porque necesito saber qué es

¿Qué referencias podría dar yo de mi admirado amigo Febade?¿Febade, me preguntáis? Sí, os contesto. Febade Simón Svidrigáilov. Le conocí leyendo, y leyendo le admiré. Ahora ya, después de tantas lecturas le tengo un gran aprecio y cariño, pero… aún no logré descifrar la incógnita que me ata a la duda. ¿Qué es en realidad? A veces pienso que es un buen escritor, pero cuando entro en su blog y le leo: ¿Cómo se produce un sentimiento? O ¿Conformismo? Pienso: “He aquí a un psicólogo con piel de aprendiz de brujo. Otras, leyendo: El nombre secreto de Dios o Jerusalén; más, Isis... se me vienen abajo mis esquemas y surge de nuevo mi pregunta: ¿Qué es Febade? ¿Será un teólogo? Pero su juventud me desconcierta. Ya estoy a punto de contestarme esa duda cuando vuelvo a su blog y leo: Virginia Woolf, Filosofía Nietzsche o Unamuno, me quedo unos segundos con la mirada fija en el infinito y exclamo satisfecho: ¡No, pobre Incongruente, es filósofo!
¡Es filósofo sí, y lo proclamo a los seis vientos!
No sé, siguen las dudas recorriendo mis venas, montadas sobre los glóbulos blancos de mi sangre. Algunos se acercan a mi centro neurálgico y contemplando la deplorable visión de las dos únicas neuronas que aún pueden ser así llamadas, las organizan, las hacen pensar y el resultado os lo escribo.
Por favor, no intentéis entender lo que antes he escrito; sencillamente id a su blog, leedle y disfrutad de su lectura. Os surgirán dudas, como a mí, pero puede que él mismo, en algún artículo posterior os las aclare.
Aquí os pongo su link del blog, conocido en la blogosfera como
AL ENCUENTRO DEL ESCRITOR: http://febade.blogspot.com/

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Referencias de escritores


Por derecho propio


Hoy leí un artículo de una amiga, virtual solamente, que qué más quisiera yo tener el honor y el privilegio de ser su amigo en persona, donde pretende explicar a sus lectores de donde proviene el exotismo de su rostro y la belleza de su literatura. Nos habla de haber nacido y vivido entre dos aguas. Os recomiendo que lo leáis; es más, os recomiendo que la leáis toda ella, pues, aparte de sus artículos en el blog, también sus libros incitan a la lectura. La podéis conocer en este link:
http://blancamiosiysumundo.blogspot.com/
¿Por qué esta referencia en mi blog? Porque lo merece, porque creo tiene una forma de escribir que atrapa al lector, le lava el cerebro y luego juega con él, en el buen sentido se entiende. Porque tiene facilidad de palabra, porque enlaza sus ideas con hilos invisibles y como a una marioneta, va moviendo al lector, haciéndole reír, llorar, pensar. Sí, así mueve su pluma, con la destreza con la que la brisa mueve las hojas de los árboles en los otoños eternos de mi tierra.
No nos conocemos, no creáis, solo nos leemos; buenooo, yo la leo a ella y ella me lo agradece. Eso sí, cuando su agradecimiento es con una mirada de esos ojos semicerrados para ver entre dos aguas, yo me estremezco de ilusión y sueño con su amistad, pero cuando su agradecimiento, como a otros amigos suyos que lo merecen, son con palabras escritas, como a su amiga Arlette, o a su “desconocido” amigo Alberto Vazquez Figueroa, entonces yo me imagino levitando sobre los mortales, mirando hacia el infinito y pensando “¿hay algo más grande, quizás?”, luego me duermo lentamente en los brazos de la vanidad.
Sí, así es y así escribe Blanca. Leedla, me lo agradeceréis siempre.