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viernes, 29 de febrero de 2008

HUBO UNA VEZ UN TIEMPO...


Sí, lo hubo y yo lo viví, aunque ya solo me queden retazos, recortes, pequeños recuerdos. Veraneaba en la sierra, entre Ronda y Cortes de la Frontera, allá donde nació, hará millones de años, un pequeño río, el Guadiaro. Desde su nacimiento alguien le estuvo cuidando, le abrió paso entre sus rocas, sus riscos, sus viejas arrugas de siglos de espera, el monte Hacho, hermano gemelo de otro que orgulloso se levanta al otro lado del estrecho, ya en las Áfricas morunas, el otro Hacho.

Y en esas aguas frías, transparentes y tan claras, con ese color tan azul cuando el cielo da la cara, en ellas aprendía a nadar, a sentirme pez, a volar entre dos cielos, porque nadar es volar, es sentir ingravidez, es libertad. ¡Qué bellos tiempos aquellos.!

Tres kilómetros de senderos, estrechos, difíciles, unas veces hacia arriba, las mas bajando, ligeros, corriendo para llegar primeros, que son los juegos de niños; alguna caída que otra que mi padre, gran curandero, sanaba frotando el golpe con manos de experto, de santo y siempre diciendo: Os he dicho que no corráis. ¿Veis lo que pasa?. Ahora todos conmigo- y con él íbamos, pero solo un ratito de nada, que los jóvenes, ya se sabe, les vale cualquier descubrimiento. Yo, una vez, al escaparnos en aquellas aventuras, después de que mi hermano el mayor, cayese sobre un zarzal y mi padre, como siempre, nos soltase su regañina, volví la cabeza a mirarle y le encontré sonriendo. Aquello se me gravó y al volver a casa, mientras mi madre nos ponía la mesa llena de hambre, le pregunté y, como no, me contestó: “Cuando seas mayor lo entenderás”. Ya soy mayor y, al recordarlo, sonrío, como no.

Aquellas excursiones largas, calurosas, arriesgadas, terminaban casi siempre en donde nació el Paraíso, las Buitreras. ¿Como lo describiría yo?. Bajando un empinado sendero, de pronto la tierra se parte, se divide en dos; es como si un ser mitológico, enfadado con la tierra, la hubiese cortado en dos y, en el fondo del corte, allá a doscientos metros de profundidad, una explosión de agua, tan pura, tan transparente, tan nueva, manando desde el mismo vientre de la tierra, se nos ofrecía fresca y diáfana para calmar la sed de la caminata y para sumergirnos en sus entrañas, como queriendo formar parte de aquel milagro. Y a su alrededor hierba, verde como la esmeralda, juncos, donde culebras y ranas convivían en paz, hasta nuestra llegada, queriéndolas alcanzar mientras nadábamos tras ellas.

Si, amigo mío, hubo una vez un tiempo ...

jueves, 21 de febrero de 2008

REQUIEM POR UNA MADRE



No ocultes tu belleza madre bajo esa negra ropa, ni escondas a mi mirada las huellas que en tus rodillas dejaron los duros suelos. No madre no, nada tienes que ocultar, ni tan siquiera a tu hijo. ¿No me veías siempre, orgullosamente erguido, cuando contigo caminaba por las aceras del barrio?.

¿Cuántas veces en mi vida, escondido entre las sombras te observaba admirado en la cocina guisando, cosiendo la vieja ropa, barriendo y fregando suelos, lavando, ordenando, tendiendo y planchando sucios monos de trabajo, trabajando sin el menor descanso y siempre con una sonrisa, como agradeciendo a la vida la suerte de poder vivirla?. Y al terminar la jornada, allá por la media noche, cuando mi mente y mi cuerpo soñaban un nuevo día, el beso que nunca faltaba, lleno de amor, de esperanza, lleno de ti madre, de vida.

Ahora lloro y sonrío, me quejo y siento alegría, me contradigo y sueño. Sueño que sea verdad, aunque yo no pueda creerlo, que existe un Dios justiciero que, ahora que ya te fuiste, te busque y tome tu mano, con el amor que mereces, con la sonrisa que regalaste, con la humanidad con que viviste, y te lleve a algún lugar donde recibas con creces tanto como nos diste, a mi, a padre a quienes serviste; porque si ese Dios no existiese, aunque mi incredulidad lo niegue, entonces… ¿para qué sirvió todo el amor que repartiste?.

Hoy sentí como se rompía mi cordón umbilical y comprendí que hasta ahora, aunque estuvieses lejos, aunque ya fueses anciana, siempre me cubrió tu sombra, siempre velabas por mí. Ahora ya no te tengo y mi egoísmo retuerce mis entrañas hasta hacerme daño porque, ¡te quería tanto, tanto te necesitaba! que me olvidé de ti, de que ya estabas cansada, que te habías ganado a pulso el querer y poder morir. Que ese Dios que no existe te bendiga para siempre.

jueves, 14 de febrero de 2008

Tras el espejo




Detrás del espejo, observando,

disfruta de tus movimientos.

Cómo te peinas hoy,

cómo alisas tu cabello.

Cómo cambias una blusa,

cómo pones el pañuelo.

Detrás del espejo, tu alma,

sonríe con tus pensamientos.

¿Me verá gorda así vestida?

¿0sado el traje que llevo?.

¿El rojo que puse en mis labios,

le va al color de mi pelo?.

¿He de subirme el escote, o

Quizás le guste verlo?.

Detrás del espejo se encuentra

La máquina de los reflejos,

La que nos hace ver

como realmente somos y

Como queremos vernos.

Detrás del espejo se esconde

El verdadero ser,

Ese ser desconocido

Que todos llevamos dentro.

Detrás del espejo se esconde

Nuestro ego.