Vueling

sábado, 31 de enero de 2009

¿LOCURA?



Caminando en silencio, sobre las olas.

Sin querer saber si es realidad o sueño.

Queriendo vivir momentos sin historia.

Yo no tengo memoria para guardar recuerdos.

¡No sé!. No sabría decir,

si el estado de ingravidez que siento,

es una vivencia anímica

o enfermedad de mi cuerpo.

¿Locura o realidad utópica?

¿Verdad o dulce incongruencia

de una mente perturbada que,

perdida en la inconsciencia,

me induce a tener vivencias

que nunca viví. ¿Soñadas?.

Levitando el sol sobre su ocaso.

Plata y rojo miro el mar pintado,

En esta tarde de eterna primavera.

Dejando mis pies sobre el mar marcados.

¡Soñar o Vivir! ¡Disfrutar o Sufrir!

Si a elegir estado mi alma pudiera

¡Llámeme loco el mundo si prefiero

vivir para siempre esta eterna primavera!.

lunes, 26 de enero de 2009

SETIEMBRE



Suavidad de la seda,

Setiembre alado,

Entre estío e invierno

Vuelve a mi lado.

Recuerdos de antaño,

Haciendo historia,

Luz sin memoria,

Amor olvidado.

¿Dejarán las luciérnagas

dormir al grillo?.

¿Separarán los vientos

de la paja el trigo?.

¿Nacerán de mis sueños

esperanza y vida?.

¡No sé; nunca sabré!.

Conformaré mi impaciencia

Con tu luz y armonía,

Te amaré, me amarás,

Seré tuyo, serás mía.

Vuelve Setiembre, despacio,

Vuelve Setiembre, a mi lado.

miércoles, 21 de enero de 2009

NO EXISTE EL TIEMPO



Esta es mi gran verdad, !No existe el tiempo!. Esa constante vital, incorruptible, indestructible, que mide todos los pasos de nuestras vidas, calcula con precisión nuestras acciones, nuestro nacer, nuestro vivir, nuestro morir; que cambia los paisajes, los transforma a su monótono capricho; de lento caminar, pero imparable; termina obsesionando nuestras mentes hasta cubrir de blancas canas todos nuestros pensamientos. !No! !No existe para mí! Lo he destruido. Lo he borrado de mi poderosa mente, de todos mis pensamientos.
Sentado en mi rincón, de nuevo estoy, lleno de soledad y en silencio, contemplo como en la clara noche, nieva sobre el desierto.
Descalzo sobre la nieve, vivo el momento; y no siento frío; todo es agradable para mi cuerpo.
Y tumbado en blanca soledad, contemplo el cielo, lleno de luciérnagas brillantes, en animado baile, mientras la nieve, sigue cayendo sobre el desierto.
Y vuelo sobre las rocas, acompañando gaviotas y otros vuelos; sobre un mar calmo y azul poso mi cuerpo. !Qué grande es mi libertad! !Qué gran momento!. Y me hundo en las frescas aguas; bailo en alegre danza con los peces, y me recreo.
Paseando por la hierba, verde y fresca, con el fuerte sol a mis espaldas, sin sentir su calor, tampoco frío, todo el paisaje contemplo.
Asido de la mano de mi abuelo; él aún es joven, no más de cinco años sobre su cuerpo; yo, luciendo mis canas ya me encuentro. Y le pregunto: Abuelo, ¿Qué es para ti el tiempo?.
Se para, se vuelve hacia mí, mira mis ojos, con profunda fijación, con pleno convencimiento.
¿El tiempo? No es más que la consecuencia de los que viven sin soñar, de los que viven muertos. No, querido nieto, ni existe ni, para mí, nunca ha existido el tiempo. ¿No me ves que, después de haber vivido tantos años, aun recién nacido me encuentro?

jueves, 15 de enero de 2009

SENTIMIENTO



Lo he sentido alguna vez,
y muchos también lo sienten y,
a la pregunta: ¿Qué sientes?
Nunca supe responder.
¿Has tenido alguna vez
a un recién nacido en brazos?
¿Le has tomado las manitas?
¿Le has acariciado el rostro?
Y de pronto en esa cara,
miniatura de un ser vivo,
como si un milagro fuera,
aparece la sonrisa de un niño recién nacido.
Te pregunto en ese instante:
¿Qué sientes dentro de ti?
¡Nunca en el mundo hubo quien lo sepa contestar!
¡Quizás se produzca ahí, un fallo en nuestro cerebro!.
¿Has estado alguna vez,
sentado arriba, en la cumbre,
viendo un amanecer,
en cualquier lugar del mundo?
Todo se ve negro y gris,
algún plateado suelto,
lejano murmurar del aire
y, casi todo, en silencio.
Miras al horizonte,
allá, sobre las montañas,
queriéndolas separar
del negro intenso del cielo.
Miras el árbol que está;
bajo su sombra has pasado
tantas tardes meditando,
pero solo ves la noche que,
con su manto severo,
cubre la tierra y el cielo.
De pronto, como con magia,
muy despacio y en silencio,
amanece por el este,
se va retirando el negro.
Revienta la luz el paisaje
y rasga la paz del silencio,
la quietud desaparece
y renace el movimiento.
Casi al unísono todo,
sale el sol, corre la brisa,
los pájaros alzan el vuelo,
ya se mueven las hojas
de ese, mi roble viejo.
Ya recortan los contornos,
montaña, árbol, riachuelo,
camino que tanto anduve y,
al fondo, el valle entero.
El negro se va retirando,
deja paso al verde intenso;
luego, aparecen los blancos,
rojos, ocres, verdes claros y,
cubriéndolos con su manto,
se pintó de azul el cielo.
Viendo esta explosión de vida,
contemplando este milagro,
siento dentro de mí
de nuevo esos sentimientos.
Y otra vez yo te pregunto:
¿Qué estas sintiendo por dentro?.
Y nunca nadie en el mundo,
supo expresar con palabras esos raros sentimientos.
Si nuestro lenguaje es obra
de nuestro propio cerebro.
Si con él somos capaces
de expresar los pensamientos,
las razones, el amor,
la vida, el arte, lo eterno,
¿Por qué con ese lenguaje,
con tantas y tantas palabras,
nos sentimos incapaces de decir
lo que sentimos al vivir esos momentos?.
Quizás, en el ser humano,
aunque nos duela creerlo,
haya algo más que materia,
que caos, que casualidad.
Quizás en el ser humano
haya una dualidad,
viva en dos universos;
uno, el ya conocido,
el otro, por conocerlo.

sábado, 10 de enero de 2009

PSICOLÓGICAMENTE ¿PERFECTO?

Gunht, como cada mañana, antes de entrar en su consulta, se calza sus zapatillas de deporte y sale corriendo por el sendero que antiguamente conectaba el pueblo de Murg con el condado de Unterterzen. Siete kilómetros hasta el bosque de Vellen y vuelta; siempre contemplando el lago Walensee y siempre admirado de tanta belleza.

Mientras corre y contempla el paisaje, repasa su agenda diaria.

Hoy, a primera hora, visita de la señora Pragter, perennemente acompañada de su hija; a veces duda si su cliente es la madre o la hija. Su dilatada experiencia le susurra al oído que no anda muy equivocado, pero la realidad, estado en el que Gunht cree tener puestos sus pies y, sobre ellos, todos sus sentidos, le indica que la que padece los “desvanecimientos” mentales es la madre. Sonríe mientras pasa mentalmente la hoja de la agenda.

¡Vaya!, exclama al recordar la segunda visita, el enorme problema del joven Louis. ¿Como un chico de unas características tan perfectamente determinadas, con unos resultados de análisis de todo tipo tan perfectos, estudiante de muy alto nivel, en segundo curso de ingeniería de sistemas, tranquilo, inteligente y ... esa sorprendente manía de creerse un ser diferente que tiene un solo objetivo en la vida. En la entrevista que tuvo con su madre, Gunth nunca olvidará el comentario que ella le hizo cuando le contó el problema de su hijo: “Doctor, puede que ahora no comprenda, pero le garantizo que al final, él hará lo que debe hacer para que usted lo entienda todo” y despidiéndose de él le sonrió.

Diez semanas consecutivas; diez horas tomando apuntes de cosas tan increíbles que aun con sus conocimientos no llegaba a entender. Cuando, desarmado por tanta información incomprensible le preguntaba el por qué y para qué, siempre la misma respuesta “Doctor, espere hasta el final” Gunht le insistía – pero... ¿Por qué a mi?. Se entiende que todo esto tiene algún objetivo y ...- como si no le oyese, el joven Louis seguía descargando su mente.

Ya el sudor le empapaba el chandal cuando llegó hasta el bosque; rodearía el enorme abeto del centro del sendero y volvería. En ese instante sintió como le saludaban pero, al no haber recibido el mensaje por sus oídos, siguió corriendo, rodeando el gigantesco árbol. - ¡Doctor Hobbest, buenos días!- le insistió el subconsciente y, deteniéndose junto al árbol, miró a su alrededor. Gran conocedor de la mente humana y del cerebro donde teóricamente se albergaba la obra más perfecta que la naturaleza había fabricado, motivos por los que desde pequeño su gran objetivo fue la psiquiatría, sonrió de la broma que el suyo le estaba gastando y comenzó a correr de nuevo. Fue en ese instante cuando le vio. El joven Louis estaba en el centro del sendero, parado, con sus manos en los bolsillos y, como siempre, la cabeza inclinada hacia un lado, agachada pero mirándole a los ojos.

- Doctor Hobbest, me sorprende su incredulidad; ¡tanto le he contado ya y aun no me entiende. Su “realidad” deforma sus ideas y estas le fuerzan a no creerme!- Gunth se paró junto a él, sorprendido al ver como le oía sin que Louis moviese los labios al hablar.

-¿Eres Louis?. ¿De donde sales?- le preguntó sorprendido por tan repentina aparición; su estupor ante la transparencia de su etérea figura, la sensación de estar como levitando, sin peso alguno y el fuerte impacto al oír nítidamente su voz dentro de su cerebro, solo podrían desaparecer y hacerle reaccionar con una contestación lógica de Louis a sus preguntas.

- ¿Duda usted hasta de sus propias sensaciones? ¿Es que acaso ya ni cree a sus oídos y vista? ¡Ah, Doctor!, no me decepcione ahora que ya todo está hecho. Cuanto le tenía que decir ya se lo dije; todo lo que le tenía que informar ya le informé. Ahora, solo me queda una cosa por hacer y, entiendo que ha llegado el momento-. Al ver cómo Louis se acercaba a él, Gunth se echó hacia atrás alarmado.

-¿Qué es lo que tienes que hacer?. En las sesiones me has dado mucha información que yo no he llegado a entender, pero nunca me has hablado de hacer nada al final. ¿A qué te refieres?.-

- No tema Doctor, nada que pueda hacerle daño alguno, nada que le pueda preocupar- y siguió avanzando hacia Gunth. Al intentar apartarse de él, sintiendo como le oía sin hablar, y viendo como le veía avanzar sin andar, Gunth intentó huir, pero se sintió inmovilizado. Sin poderlo evitar, notó como el cuerpo inmaterial de Louis se introducía en él y, antes de poder decir nada, sintió un pequeño shock en su cerebro.

Instantes después Gunth corría hacia Murg haciendo repaso de su agenda para aquella mañana. El sudor le corría por todo el cuerpo; ya el calor del verano se empezaba a notar.

jueves, 1 de enero de 2009

PESADILLA




Luce el amanecer

entre rojos y triste negro,

de una noche desmembrada,

rota, entre sudores y sueños.

Recuerdos que, como la flor morada

floreciendo del estiércol,

vinieron las pasadas noches

reviviendo los duros tiempos.

Ya se incendian las cumbres del este,

alejando sudores y miedos;

y arriba, en el azul celeste

el redondo volar del buitre

fija con certeza su señuelo,

pensando que el dolor sufrido

deje a su presa sin aliento.

Duros tiempos los pasados,

que sobre roca granítica

esculpieron a hierro y fuego

cárcel donde guardar

mi alma frágil e inocente

y, cada noche en mis sueños,

viva los tiempos sufridos,

para no olvidar sus recuerdos.

Y de nuevo,

luce un amanecer

para recuperar el aliento.