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sábado, 7 de marzo de 2009

DIALOGOS

Aportación de Blanca Miosi
Hablar de Dios implica hablar de religiones, aunque no necesariamente se pertenezca a una.
Las religiones nacieron a la par que la evolución mental del hombre, cuando cayó en cuenta que para evitar responsabilidades era preferible crear un ser que fuese el que diese las pautas a las normas de vida. La figura del jefe está ligada a la del brujo de la tribu y así ha continuado hasta nuestros días.
A medida que el hombre se ha ido deslastrando de creencias dogmáticas fue despertando a una nueva conciencia: ¿Por qué estamos aquí? ¿Será verdad que fuimos creados por un ser superior? ¿Somos producto de la evolución? Y entonces aparece la pregunta inevitable: ¿Existe Dios?
Mucha literatura se ha escrito al respecto, incluso de gente que afirma haber regresado de la muerte, me refiero a que fueron considerados muertos por los médicos y por razones poco claras regresaron a la vida, y casi todos afirman haber visto una “luz” o algo similar a lo que diría cualquier católico o creyente en alguna religión que glorifica la muerte como un encuentro con el Ser Supremo. Curiosamente es así. Los agnósticos no tuvieron la misma visión. ¿Se debe ello a que unos son premiados por ser creyentes y otros castigados por ser ateos? Pregunta que también entra dentro del terreno religioso, y es que es casi imposible desligar una cosa de la otra, puesto que la creencia en un Dios y el nacimiento de la inteligencia van parejas.
También es cierto que se ha comprobado científicamente que en el momento de la muerte, nuestro cerebro libera una hormona que tiene el efecto contrario a la adrenalina, que hace la transición hacia la muerte menos traumática. Un elemento de defensa, y que actúa conforme nuestras creencias. (Paraíso, Nirvana, Infierno, etc.)
Para poder opinar sobre la existencia de un dios deberíamos primero dejar de saber que existe uno. He dicho “saber”, no “creer”. Una vez que a un individuo se le ha machacado desde su nacimiento la existencia de un dios, difícilmente podrá opinar sobre algo que le han inculcado que existe. Si tuviéramos la mente libre de creencias podríamos hacernos la pregunta: ¿Qué es dios? ¿Y existe? Sería más justo.
Interesante tema, Alejandro o Incongruente, como prefieres que te llamemos, pero al mismo tiempo árido e inacabable. Yo seguiré viviendo como hasta ahora: cuestionándome todo sin aceptarlo a ciegas.
Un saludo,Blanca

1 comentario:

Blanca Miosi dijo...

¡Vaya! qué sorpresa encontrar una entrada de mi autoría.

GRacias por la opirtunidad e hablar sobre temas que muchos consideran tabú, Alejandro.

Saludos!
Blanca