Vueling

jueves, 15 de octubre de 2009

Sueños



Dado el otoño que nos acompaña, hoy quise pasear junto a mi querido océano y, sin pensarlo mucho, hacerlo me cansa, me puse en camino.
Y, aquí estoy, con él; mirándonos como dos enamorados, aunque siendo yo del sexo masculino y él hermafrodita… Lo digo porque unos le dicen el mar y otros la mar. Yo prefiero llamarle la mar, por mi debilidad por el sexo femenino. Pues, como decía, disfrutando cada cual de su sexo, la relación pudiera parecer dudosa. No os preocupéis por mí, en cuestiones de sexo, siempre he tendido hacia el opuesto al mío, como entiendo que debe ser, por lo que nuestra admiración ¿mutua? (el ego me presiona el cerebro), es puro platonismo.
Camino junto a él y, aunque ando descalzo, evito el contacto de sus aguas, pues es temprano y aún el sol no las ha calentado suficiente. La playa es larga, enormemente larga y, esa inmensidad acompaña a la de mi querida mar, haciéndola más íntima. Pero no vine a contemplarlo, sino a contarle mis cuitas, mis experiencias que, últimamente he tenido algunas interesantes.
Sí. Hace algunos meses, quizás influido por mi desbordante ego, o por esa necesidad que casi todos tenemos de creer que llevamos algo dentro que debemos compartir con los demás, envié, inocente de mí, dos cuentos de los muchos que la vida me permitió escribir, a dos premios literarios diferentes. ¿Nombres? No es importante, lo que sí es importante es saber que ambos eran certámenes literarios específicamente para cuentos. Y, yo, en esa inocencia que caracteriza a todos los novatos, pero que negamos hasta la muerte poseer, pensé que quizás un jurado experto en estas artes, apreciaría en lo que se “merecen” mis cuentos, y los envié.
Ambos, educadamente me enviaron su acuse de recibo y, creedme, aquel detalle no me pareció lo normal, sino un signo evidente de la calidad literaria de los envíos recibidos, MIS CUENTOS. Je, je, inocencia perdida.
Hace algunos días recibí un correo electrónico. En él, alguien del certamen me decía que habiendo leído el jurado mi “extraordinario” cuento, cuya maravillosa y fácil narrativa les había cautivado y había elevado aún más la calidad del certamen, no había podido ser seleccionado porque el tema no se ajustaba a la idea que ellos tenían del Premio a conceder.
¿Me hundí moralmente? En absoluto. Mi ego es de una voluntad de hierro; no, mejor, de acero al carbono y, apoyándome en esa maravillosa narrativa de la que tomaron “debida cuenta”, me dije: “está claro, amigo, que no supiste leer las condiciones del Certamen. La próxima vez lee con mayor detenimiento porque te llevarás el premio de corrido”. Ya veis para lo que sirve el ego, tan denostado por tantos humildes escritores y filósofos.
En fin, aún me quedaba el segundo premio que, para vuestro conocimiento, era mejor que el primero. Y esperé.
Ayer me llegó un correo. Del Certamen, sí. ¿De quien iba a ser? Y de nuevo comenzaba la carta alabando la calidad literaria que “caracterizaba” toda mi obra: Pero, en este segundo caso, no quedó solo en ello, sino que añadieron, como corresponde a un cuento escrito por una “pluma tan elegante y de extraordinaria narrativa”: Le ponemos en conocimiento de que su cuento, aún no habiendo sido seleccionado por nuestro jurado como finalista del Tercer Certamen…, queda en espera de ser incluido en una selección para ser publicada por la editorial seleccionada por el Certamen”
¡¡¡Ah, gloria a los consagrados!!! ¿Qué importancia tiene un premio si al fin voy a ser editado? Y, con toda la humildad que me caracteriza, lo puse en conocimiento de familiares, amigos y enemigos, público en general. ¡No, no crean ustedes que mi soberbia, mi ego, mi prepotente engreimiento me incitaron a hacer eso, sino mi deseo y cariño para que todos ellos pudieran tener la oportunidad de conseguir su libro de la primera edición. Las sucesivas ediciones parece que son… eso, segundas partes.
Pasaron los días y, ante el silencio que sucedió a lo acontecido, y extrañado por ello, me puse en contacto con la organización del premio.
--Señorita, es que yo recibí de ustedes un correo en el que me decían…
- Lo sé, señor, pero ese correo es el que acostumbramos a mandar a todos los autores de las obras que no han sido seleccionadas…
Aún duró algunas palabras más la conversación telefónica. …Que si el año próximo. …Que si la convocatoria saldrá públicamente…
Pues, ni aún así mi ego se dio por vencido. Para nada. Tan entero ha quedado que ayer mismo comencé a escribir el cuento número veinte y seis de esa colección que algún día será llamada la obra maestra del mejor escritor español de los siglos veinte y veinte y uno.
-Ya ves, amigo mar. ¿Creerán estos pobres jurados de premios menores que van a poder conmigo? Pues para que tú solo lo sepas, buen amigo, el año que viene me presento al premio Planeta con una novela que marcará época en la Historia de la Literatura Universal. ¡Ya, ya verás la que organizo!
Y seguí mi paseo, hinchando el pecho de satisfacción porque, cuando se vale, ya se encarga el ego de cada cual en mantenernos informado.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que compartimos confidente. Y es que el mar ha tenido que soportar varias veces mis sueños y mis "idas de olla". ¡A saber cuántas de ellas habrán tenido que ver con la literatura!
Es que al fin y al cabo, es lo que nos queda: la ilusión y... escribir, escribir, escribir.
Un fuerte abrazo, Don Incong.

febade dijo...

Hola Amigo (permíteme la cercanía pero, sin saber por qué, así te considero) Me ha gustado mucho esta entrada, y más, darme cuenta de que tu ego es sabio, ya que permite la cercanía y el manoseo de las palabras y opniones y, sobre todo, porque está dispuesto a dialogar, incluso a rectificar si lo ve nevesario.

Me ha gustado tu entrada, cómo la has presentado y la agilidad con que la has desenvuelto.



Un placer.

Incongruente dijo...

Me sorprende gratamente tu visita a mi blog, amigo DanielHR y aún me sorprende más el hecho de que mis "sueños" te hayan hecho recordar tus paseos junto al mar. Ya me hubiese gustado que me dejaras la dirección de tu blog, si lo tienes. Un fuerte abrazo y nos leemos en bubok.

Incongruente dijo...

Gracias, febade, ya sé que en tí tengo siempre un buen apoyo moral en el que recostarme cuando las cosas tiran a difíciles. No soy buen escritor, ya me lo demuestran mis resultados en los pocos intentos que he tenido, pero teniéndote a tí y quizás a dos personas más, me es suficiente para sentirme satisfecho. Hace tiempo que no "ando" por esos blogs de mis amigos, pero me he metido de lleno, de nuevo, en la escritura de mi trilogía y el tiempo corre a demasiada velocidad, dejando en la cuneta cosas que, a la postre, pudieran ser más importantes que el hecho de acabar una novela. Espero rematar la faena para dentro de un mes y a partir de ahí, ya solo me quedará el trabajo de "negro", que es mas pesado pero requiere menos tiempo. Te leeré porque tu lectura apacigua mis inquietudes y eso siempre es de agradecer. Un abrazo, Amigo, con mayúscula si soy merecedor de ello.

Blanca Miosi dijo...

Alejandro, me ha gustado mucho la ironía de tu prosa. Ese decir y a la vez dejar de decir. Pues claro que los que escribimos tenemos el ego muy alto, es la única forma de no perder el horizonte, ja, ja,

Me alegra que hayas vuelto al mundo bloggero, y no te digo nada de los concursos, yo tampoco jamás gané uno. La diferencias es que a mí ni me contestaron.

Un abrazo y suerte con tus proyectos!

Blanca

Incongruente dijo...

Gracias, Blanca, por tus palabras de ánimo. En realidad no es que me importe mucho el tema, lo hice con intención de comprobar la crudeza de asistir a un certámen, como había oído decir a otros neo-escritores. Ya la he comprobado, ahora, a seguir mi senda, como siempre fue y nunca debió de dejar de ser. Te seguiré leyendo.

Anónimo dijo...

Hola Incongruente, Alejandro ... encontré la dirección de tu blog y vine a conocerlo.

Somos muchos, a lo que se ve, que hemos adoptado a la mar como confidente y cómplice de nuestros sueños y desilusiones.

Tú, al menos sabes que eres escritor. Yo adoro escribir pero sé que no soy escritora. Pero escribo. Y te agradezco tus votos de ánimo cuando clasificas mis relatos. Porque, a veces, dejaría de presentarlos al concurso y por ellos y algun otro, sigo en el.

Saludos. zara x