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sábado, 5 de julio de 2008

LA POSGUERRA



He leído tanto en mi vida sobre la postguerra, que se me han encallecido los lagrimales de los ojos, no de llorar, que no me mueven esos sentimientos, si no de enjugar sus iris para poder seguir leyendo. Nunca me importó el pensamiento político de quien escribía, sino lo que quería transmitirme. Y ahora os leo a vosotros, en ese limpio y sincero recorrido por vuestros recuerdos, obviando todo aquello que en nuestros juveniles cerebros no tuvo cabida y, sonriendo, con mis lagrimales a punto de reventar por aguantar, “como macho y hombre que soy”, esa pequeña y rebelde gota de añoranza que intenta salir de mi emocionado corazón.

Viví aquellos tiempos, como tantos otros y, cuando cansado de la tensión diaria en la que libre y voluntariamente me he inmerso, me recluyo en mi rincón, alejado de todo, a oscuras y en silencio, recapacitando sobre lo vivido y hecho, y reconozco que de aquellos tiempos solo me vienen a la memoria bellos recuerdos; más que bellos, los mejores momentos. Ahora me los hacéis rememorar y os lo agradezco. Vuestro escribir, vuestro comentar, vuestra ilusión por seguir adelante, vuestros pequeños triunfos, vuestros sueños. Unas veces, reflejados en una esquina semioculta de alguna buena narración, otras, comentando a otro escribidor o, simplemente, escribiéndolo; que no os duelen prendas para largar sentimientos y leerlos es manjar de pocos, yo, entre ellos.

¡Claro que tengo recuerdos, tantos, que llenaría siglos de historia al revivirlos!. El problema es el tiempo. Pero algo me viene al pronto, los babis, por ejemplo, aquellos uniformes grises que cubrían nuestros cuerpos. ¡Cómo no recordarlos, siempre llenos de tiza, de tinta negra, de barro del patio del colegio!. Y en un bolsillo el plumier, en el otro la “perra gorda” (un décimo de peseta) para comprar el pan de higo, o el polvito de algarroba, porque a la manzana clavada en un palo y cubierta de caramelo no llegaba mi sueldo. Zapatos con suelas de goma, el gorila, la cartera y la cabeza llena de ansias de comerme el mundo entero.

¡Qué buenos tiempos. No me lo estropearán otros, aun por mucho que lo intenten, los nuestros fueron mejores, mucho mejores.! ¡Creo que, para los que los vivimos, nunca habrá mejores tiempos!.

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