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lunes, 10 de marzo de 2008

SIN MEMORIA



Camino despacio, sin destino, vacío el petate de cargas innecesarias, liviano, sin nada que buscar, ni que ocultar, limpio el pensamiento de proyectos, de dudas para elegir camino y, aun así, algo en el alma me reclama un destino, un rincón donde sentar mi quebrantado cuerpo y, entrecerrando los ojos, imaginar que estuve, que hubo un ayer, que alguien debí ser.

La memoria no es solo un almacén de recuerdos, una enorme y a veces pesada base de datos donde resolver dudas. No, antes que todo ello, la memoria es la garantía de que somos, que existimos, que lo que ocurrió ayer lo hemos vivido. Si, la memoria es nuestra señal de identidad. Pero… ¿y cuando se pierde? ¿Cuándo la vida nos la roba y luego, lentamente, nos la va devolviendo a trozos pequeños y desordenados?.

¿Nunca nadie sintió la sensación de no haber vivido, de estar en un lugar sin saber ni cómo, ni cuando, ni por qué, para qué?. ¿Alguien, alguna vez, se miró en un espejo y no reconoció la cara reflejada?. ¡Qué duro es comprobar que otros, totalmente desconocidos, saben de nuestra vida, de nuestros deseos, de nuestras necesidades, mucho más que nosotros mismos!. Al principio sorprende, hasta tiene un cierto sentido irónico y divertido, pero la continua sorpresa termina por corroer la fortaleza psíquica y, cualquier día, al levantar la mirada y comprobar que todo sigue siendo nuevo, desconocido; cuando la necesidad de saber, de entender, supera de tal forma nuestra capacidad mental, blummmmm, la mole se desploma y aparece la inseguridad, el desconcierto, y la continua duda se convierte en compañera de viaje hasta que la imposibilidad de calmar su avaricia nos hace caer en… camino despacio, sin destino, vacío el petate de cargas innecesarias…

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Cuáles son sus memorias? Porque usted es una de esas personas a la que me encantaría conocer.