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sábado, 10 de enero de 2009

PSICOLÓGICAMENTE ¿PERFECTO?

Gunht, como cada mañana, antes de entrar en su consulta, se calza sus zapatillas de deporte y sale corriendo por el sendero que antiguamente conectaba el pueblo de Murg con el condado de Unterterzen. Siete kilómetros hasta el bosque de Vellen y vuelta; siempre contemplando el lago Walensee y siempre admirado de tanta belleza.

Mientras corre y contempla el paisaje, repasa su agenda diaria.

Hoy, a primera hora, visita de la señora Pragter, perennemente acompañada de su hija; a veces duda si su cliente es la madre o la hija. Su dilatada experiencia le susurra al oído que no anda muy equivocado, pero la realidad, estado en el que Gunht cree tener puestos sus pies y, sobre ellos, todos sus sentidos, le indica que la que padece los “desvanecimientos” mentales es la madre. Sonríe mientras pasa mentalmente la hoja de la agenda.

¡Vaya!, exclama al recordar la segunda visita, el enorme problema del joven Louis. ¿Como un chico de unas características tan perfectamente determinadas, con unos resultados de análisis de todo tipo tan perfectos, estudiante de muy alto nivel, en segundo curso de ingeniería de sistemas, tranquilo, inteligente y ... esa sorprendente manía de creerse un ser diferente que tiene un solo objetivo en la vida. En la entrevista que tuvo con su madre, Gunth nunca olvidará el comentario que ella le hizo cuando le contó el problema de su hijo: “Doctor, puede que ahora no comprenda, pero le garantizo que al final, él hará lo que debe hacer para que usted lo entienda todo” y despidiéndose de él le sonrió.

Diez semanas consecutivas; diez horas tomando apuntes de cosas tan increíbles que aun con sus conocimientos no llegaba a entender. Cuando, desarmado por tanta información incomprensible le preguntaba el por qué y para qué, siempre la misma respuesta “Doctor, espere hasta el final” Gunht le insistía – pero... ¿Por qué a mi?. Se entiende que todo esto tiene algún objetivo y ...- como si no le oyese, el joven Louis seguía descargando su mente.

Ya el sudor le empapaba el chandal cuando llegó hasta el bosque; rodearía el enorme abeto del centro del sendero y volvería. En ese instante sintió como le saludaban pero, al no haber recibido el mensaje por sus oídos, siguió corriendo, rodeando el gigantesco árbol. - ¡Doctor Hobbest, buenos días!- le insistió el subconsciente y, deteniéndose junto al árbol, miró a su alrededor. Gran conocedor de la mente humana y del cerebro donde teóricamente se albergaba la obra más perfecta que la naturaleza había fabricado, motivos por los que desde pequeño su gran objetivo fue la psiquiatría, sonrió de la broma que el suyo le estaba gastando y comenzó a correr de nuevo. Fue en ese instante cuando le vio. El joven Louis estaba en el centro del sendero, parado, con sus manos en los bolsillos y, como siempre, la cabeza inclinada hacia un lado, agachada pero mirándole a los ojos.

- Doctor Hobbest, me sorprende su incredulidad; ¡tanto le he contado ya y aun no me entiende. Su “realidad” deforma sus ideas y estas le fuerzan a no creerme!- Gunth se paró junto a él, sorprendido al ver como le oía sin que Louis moviese los labios al hablar.

-¿Eres Louis?. ¿De donde sales?- le preguntó sorprendido por tan repentina aparición; su estupor ante la transparencia de su etérea figura, la sensación de estar como levitando, sin peso alguno y el fuerte impacto al oír nítidamente su voz dentro de su cerebro, solo podrían desaparecer y hacerle reaccionar con una contestación lógica de Louis a sus preguntas.

- ¿Duda usted hasta de sus propias sensaciones? ¿Es que acaso ya ni cree a sus oídos y vista? ¡Ah, Doctor!, no me decepcione ahora que ya todo está hecho. Cuanto le tenía que decir ya se lo dije; todo lo que le tenía que informar ya le informé. Ahora, solo me queda una cosa por hacer y, entiendo que ha llegado el momento-. Al ver cómo Louis se acercaba a él, Gunth se echó hacia atrás alarmado.

-¿Qué es lo que tienes que hacer?. En las sesiones me has dado mucha información que yo no he llegado a entender, pero nunca me has hablado de hacer nada al final. ¿A qué te refieres?.-

- No tema Doctor, nada que pueda hacerle daño alguno, nada que le pueda preocupar- y siguió avanzando hacia Gunth. Al intentar apartarse de él, sintiendo como le oía sin hablar, y viendo como le veía avanzar sin andar, Gunth intentó huir, pero se sintió inmovilizado. Sin poderlo evitar, notó como el cuerpo inmaterial de Louis se introducía en él y, antes de poder decir nada, sintió un pequeño shock en su cerebro.

Instantes después Gunth corría hacia Murg haciendo repaso de su agenda para aquella mañana. El sudor le corría por todo el cuerpo; ya el calor del verano se empezaba a notar.

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