-¿Tú crees que será capaz de pasar ese muro que tiene delante? Yo apuesto porque lo rodea- le comenta Luis a Mikel
-Por lo que le he visto hacer hasta hora… espera, déjame mirar mas detenidamente- y al instante mira a Luis –yo apuesto porque sube el muro y lo pasa.
-¡Ah!, pues si apuestas por esa decisión, pongamos precio a la apuesta. Yo me juego hasta veinte euros.
-¡Joder, tío, veinte euros!- se sobresalta Mikel mientras se toca el bolsillo derecho. Se queda pensando un buen rato y de nuevo mira y contesta –de acuerdo, pero me los tienes que fiar porque no los llevo encima.
Luis, al oírlo, se levanta de la silla y se le queda mirando con las manos en la cintura.
-Pero… ¡bueno!, ¿me crees tonto? Te he visto pagar el desayuno esta mañana con un billete de veinte euros y ahora me dices que te fíe. Si quieres apostar hazlo poniendo la apuesta sobre la mesa y hazlo ya, sin mirar de nuevo que a toro pasado todos somos infalibles- y metiendo la mano en su bolsillo, Luis saca la cartera y pone un billete de veinte euros en la mesa –Pero que conste que mi apuesta es porque no sube el muro, pues puede rodearlo o dar marcha atrás.
-¡Está bien, está bien, hombre!- y sacando veinte euros del bolsillo, también los coloca en la mesa –Y, ahora, miremos a ver que hace- Y los dos se pusieron a mirar de nuevo.
Aquel extraño ser, como esperando a que los dos amigos se pusiesen de acuerdo en sus apuestas, aun andaba parado ante el muro sin tomar decisión alguna. Aun dudó un instante más hasta que, en un momento, encogió sus pequeñas patitas y dando un enorme salto, se subió a la parte alta del muro que le cortaba el paso. Ya arriba giró la cabeza para admirar el paisaje que le presentaba su nueva posición y sin pensarlo mucho, comenzó a andar en la dirección donde el terreno que pisaba era más liso y en suave pendiente hacia abajo.
La carcajada de Mikel sonó en la sala y levantando la cabeza, recogió los cuarenta euros que en ella había depositados
-¿Tú has visto eso?- exclamó la sorprendida voz de Luis –ha dado un salto que le supera en más de diez veces su altura. ¡Con lo enclenque que parecía el tío! ¡Ese salto no lo da ni una pulga! ¡La madre que lo p…!- y volviéndose a su amigo Mikel que con gesto usurero guardaba y saboreaba los billetes en su bolsillo, le preguntó
-Tú, de estar en su lugar, ¿Hubieses gastado todas tus energías en dar ese enorme salto para pasar por encima de ese muro?
Mikel le miró sonriendo
-Si quieres que te diga la verdad, nunca hubiese intentado salvar ese muro, pero, claro, yo no estoy en el pensamiento de ese tío y vete tú a saber qué es lo que está buscando.
-Pues míralo, ahí lo tienes parado cogiendo algo del suelo- comentó Luis mirando de nuevo. Mikel se puso a mirar también
-Tío, es muy pequeño lo que ha cogido y no lo puedo ver, aunque no entiendo que puede haber encontrado ahí. ¡Joder, y ahora se lo está comiendo! Estará alimentándose para coger energía para llegar a donde vaya
-¿Ir?- preguntó Mikel sorprendido -¿A dónde va a ir ese microbio, si lleva andando cuatro días en esa muestra que no mide ni un milímetro? Ese tío no va a ninguna parte- y apagando el microscopio se alejó rezongando hacia a mesa donde trabajaba junto con Luis en aquel frío laboratorio.
-Por lo que le he visto hacer hasta hora… espera, déjame mirar mas detenidamente- y al instante mira a Luis –yo apuesto porque sube el muro y lo pasa.
-¡Ah!, pues si apuestas por esa decisión, pongamos precio a la apuesta. Yo me juego hasta veinte euros.
-¡Joder, tío, veinte euros!- se sobresalta Mikel mientras se toca el bolsillo derecho. Se queda pensando un buen rato y de nuevo mira y contesta –de acuerdo, pero me los tienes que fiar porque no los llevo encima.
Luis, al oírlo, se levanta de la silla y se le queda mirando con las manos en la cintura.
-Pero… ¡bueno!, ¿me crees tonto? Te he visto pagar el desayuno esta mañana con un billete de veinte euros y ahora me dices que te fíe. Si quieres apostar hazlo poniendo la apuesta sobre la mesa y hazlo ya, sin mirar de nuevo que a toro pasado todos somos infalibles- y metiendo la mano en su bolsillo, Luis saca la cartera y pone un billete de veinte euros en la mesa –Pero que conste que mi apuesta es porque no sube el muro, pues puede rodearlo o dar marcha atrás.
-¡Está bien, está bien, hombre!- y sacando veinte euros del bolsillo, también los coloca en la mesa –Y, ahora, miremos a ver que hace- Y los dos se pusieron a mirar de nuevo.
Aquel extraño ser, como esperando a que los dos amigos se pusiesen de acuerdo en sus apuestas, aun andaba parado ante el muro sin tomar decisión alguna. Aun dudó un instante más hasta que, en un momento, encogió sus pequeñas patitas y dando un enorme salto, se subió a la parte alta del muro que le cortaba el paso. Ya arriba giró la cabeza para admirar el paisaje que le presentaba su nueva posición y sin pensarlo mucho, comenzó a andar en la dirección donde el terreno que pisaba era más liso y en suave pendiente hacia abajo.
La carcajada de Mikel sonó en la sala y levantando la cabeza, recogió los cuarenta euros que en ella había depositados
-¿Tú has visto eso?- exclamó la sorprendida voz de Luis –ha dado un salto que le supera en más de diez veces su altura. ¡Con lo enclenque que parecía el tío! ¡Ese salto no lo da ni una pulga! ¡La madre que lo p…!- y volviéndose a su amigo Mikel que con gesto usurero guardaba y saboreaba los billetes en su bolsillo, le preguntó
-Tú, de estar en su lugar, ¿Hubieses gastado todas tus energías en dar ese enorme salto para pasar por encima de ese muro?
Mikel le miró sonriendo
-Si quieres que te diga la verdad, nunca hubiese intentado salvar ese muro, pero, claro, yo no estoy en el pensamiento de ese tío y vete tú a saber qué es lo que está buscando.
-Pues míralo, ahí lo tienes parado cogiendo algo del suelo- comentó Luis mirando de nuevo. Mikel se puso a mirar también
-Tío, es muy pequeño lo que ha cogido y no lo puedo ver, aunque no entiendo que puede haber encontrado ahí. ¡Joder, y ahora se lo está comiendo! Estará alimentándose para coger energía para llegar a donde vaya
-¿Ir?- preguntó Mikel sorprendido -¿A dónde va a ir ese microbio, si lleva andando cuatro días en esa muestra que no mide ni un milímetro? Ese tío no va a ninguna parte- y apagando el microscopio se alejó rezongando hacia a mesa donde trabajaba junto con Luis en aquel frío laboratorio.
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