Vueling

miércoles, 4 de junio de 2008

Tarde de paseo



“Es como transportarme a un mundo hecho para mí. Cuando mis pasos me van acercando a él, se produce una simbiosis entre nosotros. Desaparecen mis dudas, miedos, vivencias; todo va siendo absorbido por su inmensa majestuosidad, su suavidad, su murmullo que jamás cesa, su calma, a veces como la seda, otras como un volcán. Es un eco persistente repitiendo su llamada.”

“Hoy, como cada tarde de este regalado tiempo que la vida me ofrece, vuelvo a su orilla a pensar, a agradecer, a soñar. No sé qué bien hice, que premio me tocó, qué suerte me correspondió, solo sé que, hace mucho tiempo, dejé de ser útil a la sociedad en la que vivo; sé que nada nuevo aportaré, o la vida me aportará. Sin embargo, a mis ochenta y dos años, disfruto de buena salud, me alimento sin limitaciones médicas, dispongo de lo que necesito y, como un regalo adicional más, todas las tardes vengo a su encuentro. Y el mar me acoge con su conversación, con su entrañable runruneo que calma mi espíritu, ralentiza mi corazón y el suave roce de sus frescas arenas, me hace levitar, aligerando mi peso, fortaleciendo mis músculos, rejuveneciéndome hasta la locura.”

“Y yo se lo agradezco. ¡Sí!. Lo hago desde el corazón, porque, de no hacerlo, me sentiría mal. No lo hago porque le crea causante de esta parte regalada de mi vida, no, sé que no fue él; pero sí es quien me recibe todas las tardes alegre, feliz de verme, acogedor, ansioso de mi amistad. Él es quien templa el tiempo, para que sus inclemencias no hagan mella en mi ya gastado cuerpo. Él es quien, con su indefinido color de esperanza y recuerdo, reaviva mi memoria, suaviza mi futuro, me llena de mí mismo, le da plenitud a mi vida. ¡Cómo no agradecérselo!”

“Lo sabe, sé que lo sabe y descansa mis pies bañándolos con su fresco cuerpo, aromatizando el aire que respiro con su aliento, hasta llenar mis pulmones de su ser, simbiotizándonos en un solo pensamiento, para compartir tantos viejos tiempos vividos; su Luna y mi Luisa sonríen juntas, desde arriba, queriendo participar de nuestra sincera amistad.”

“Hoy, soñaré que he vuelto a nacer, que he vuelto a ser feliz y no sé a quien dar las gracias, aunque me dormiré agradeciéndolo.”

2 comentarios:

Julio Cob dijo...

Muchos años tienes aún por delante para ir contándonos huellas pasadas, sin duda entrañables.

Ese es el mejor signo de juventud, de la madura juventud agradecida e ilusionada que sigue asida al dia a dia, feliz y contento.

Venga, Alejandro, déjanos algo de lo tuyo para aprender de ello y nos sirvas de ejemplo.

Un abrazo, amigo

Anónimo dijo...

Sabe, leyendo sus textos me recorre un cosquilleo por la columna... me encantan :D

Espero que sea verdad y siga mi blog, así sentiré que no lo escribo para nada.