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viernes, 29 de enero de 2010

La soledad

De soledad, no me hables,
que de ella me encuentro lleno;
lleno de felicidad,
pues la conozco y la quiero.
Es mi musa,
mi conciencia,
mi compañera y sustento.
Es el aire en el que escribo
mis sueños y pensamientos;
cuando yo hablo,
ella calla,
cuando callo,
siempre me habla en silencio,
con suavidad,
sin tapujos,
haciéndome ver donde yerro,
ayudándome en las dudas,
celebrando mis aciertos.
La soledad nunca es mala,
es solo......que no la entendemos.
¡Sigue gritando al aire!.
¡Sigue escribiendo al viento!.
¡Sigue diciendo....Palabras!.
¡Sigue hablando con silencios!.
Unos lo dejarán escrito;
otros derramarán sentimientos,
pero, seguro que todos
la seguiremos queriendo.

martes, 19 de enero de 2010


ENVIDIA

Luis tomó la pluma y escribió.
“La odio. La odio con tal intensidad, con tal desesperación, que lloro lágrimas de sangre todas las noches cuando, al filo de mi muerte diaria, me hago una sincera reflexión sobre el día vivido”
“Y me prometo, es más, me juro solemnemente, que jamás volveré a sentirla, que jamás permitiré dejarme llevar por sus incomprensibles e inadmisibles razones. Pero ella puede más. Tiene tal poder sobre mí que a veces pienso que es una enfermedad genética contra la que luchar podría ser contraproducente para mi seguridad mental”
“Y me dejo llevar por su infamia”
“Crea ante mis ojos falsas esperanzas; distorsiona mi realidad; me hace ver belleza deseable donde solo hay normalidad, inteligencia donde encefalograma plano. Mentira donde sinceridad. Así, cuando intento disuadirme de que todo es producto de un incorrecto funcionamiento de mi mente, surge un fuego de mi interior que me ciega, enrojece mi vista y todos los poros de mi cuerpo escupen ira contra el objeto deseado, contra personas que sorprendidas de mi furia, se amilanan y huyen, dejándome solo y desarmado. Entonces vuelvo a la normalidad y lloro de desesperación por no haber podido vencer mi odio”
“¡¡¡Maldita seas, envidia!!! Porque estás destrozando mi vida, aislándome de aquellos a los que más quiero y admiro, a sencillas personas que viven adornados involuntariamente por virtudes que la vida no tuvo a bien regalarme o que yo nunca he sabido utilizar”
“¡¡¡Maldita seas, envidia!!! Porque has cegado mi mente a la realidad; porque me estás dejando solo, sin amigos, sin familia, sin vida”
“¡¡¡Maldita seas, envidia!!! Porque me has hundido en la más mísera condición humana; porque no me cerraste la mente lo suficiente como para perder la consciencia de todo lo que hacía”
“¡¡¡Maldita seas, envidia!!! Porque hace cinco miserables días, atando mi voluntad al muro de la impotencia, acabé con la vida del único amigo que soportó durante estos años tu existencia. ¡Sí, lo reconozco! De nuevo te creí y me convenciste de que él me había arrebatado ese puesto de dirección en nuestra empresa, que me correspondía ocupar, por derecho, por justicia, por el trabajo realizado. Así lo creía hasta que esta mañana me dijeron la verdad”
“Pero ya nunca más podrás torcer mi voluntad. Esta noche nuestra lucha sin cuartel te la gano sobradamente por goleada”
Dejó el escrito sobre la mesa y acercándose a la ventana, miró al cielo sonriendo, sumergiéndose en la noche para siempre.
El juez, terminada la lectura, no pudo evitar que una enorme amargura le inundara el pecho. Moviendo negativamente la cabeza, guardó el escrito en su portafolio.

martes, 5 de enero de 2010



SOBRE LA MUJER

¡Hele ahí, que dais en falso!.

Micer lector y sus amigos,

que para mí, que de eso entiendo,

donde hay señoras

ni “amiguitos” ni enemigos.

¡Sabré yo de que me hablo!

¡Sabré yo donde me meto!

¡Sabrá el Inco, viejo y verde,

de pajares y de establos!.

Do haya faldas, habrá misterio;

Habrá interés, habrá atractivo.

¿Habráse visto jamás ombligo

Que no esté encima de un monumento?

Hacedme caso, micer y amigos,

Que quien os habla no os exagera.

Si necesitas buena compaña

Que sea mujer, ¡siempre mujer!

Ya sea de España o extranjera.

Y a vos, mi amada, que me miráis

Venir cetrino y de mal color,

No es culpa del alimento,

Ni tan siquiera del alcohol.

De mal de amores, yo nada entiendo,

Ni entendí nunca, ni lo pené.

(Pené de pena, que yo me entiendo)

el color cetrino con que me veis,

está en tus ojos , no está en mi piel.

¡Miradme bien, mi bella dama!

No os azoréis por la visión

Y esta noche, en vuestra cama

Caerá roto vuestro……..

Mejor pondré corazón. (por si me leen)