Vueling

martes, 28 de octubre de 2008

HUYÓ DE MÍ



Sentí al silencio corroer mi dolorida alma, cuando la claridad del saber se ocultó en sus ojos, semicerrados por el peso de la sabiduría y perdidos entre las arrugas de su rostro; y me negó la sapiencia, el conocimiento. Me negó la vida y lloré sin entender su silencio.
¡Cuantas veces soñé que llegaría a entenderle, solo viéndole hacer, oyendo sus consejos! ¡Aquella ilusión con la que emprendí el camino, el duro y empinado camino de la sabiduría, quedó desparramada en el negro olvido ante unos ojos opacos, que se negaron a iluminar el resto de mi camino. Y lloré de impotencia, de tristeza al ver mi vida perdida.
Libro de sabiduría, enciclopedia de experiencia, eran para mí sus maravillosas lecciones y mi avidez por saber me llevó a la impaciencia que terminó secando la fuente de la que bebía.
-¿Dime, maestro? ¿y si le miro con fijeza, podrá mi mente leer sus pensamientos?
-¿Dime también? si le hundo en la tristeza, ¿sabré extraer de su mente sus deseos?
-¿Dime?... ¿Dime?...- ¡Tanto le pedí y fueron tantas veces que inconscientemente se fue hundiendo, sin querer parar mi sed de conocimientos.
¡Cuantas preguntas quedaron perdidas en la profundidad del silencio de una mente saqueada! Su mirada vidriosa caía sobre mí agonizando, al tiempo que su quebrada voluntad se rompía de impotencia.
Miré a la sabiduría a los ojos, ya secos y turbios, pero, en un instante, apareció ante mí una chispa de luz y al verla, quise hacerle una última pregunta
-¿Dime maestro, donde encontraré la fuente de la sabiduría?- Y recibí por respuesta la oscuridad y el silencio.
Aquella pequeña chispa de vida se fue apagando ante mis ojos.
Aquella mente privilegiada, huyó de mí, de mi avaricia, refugiándose para siempre en la locura. Y lloré tristemente su silencio.

sábado, 18 de octubre de 2008

ILUSIONANTE PASEO



-¿Tú crees que será capaz de pasar ese muro que tiene delante? Yo apuesto porque lo rodea- le comenta Luis a Mikel
-Por lo que le he visto hacer hasta hora… espera, déjame mirar mas detenidamente- y al instante mira a Luis –yo apuesto porque sube el muro y lo pasa.
-¡Ah!, pues si apuestas por esa decisión, pongamos precio a la apuesta. Yo me juego hasta veinte euros.
-¡Joder, tío, veinte euros!- se sobresalta Mikel mientras se toca el bolsillo derecho. Se queda pensando un buen rato y de nuevo mira y contesta –de acuerdo, pero me los tienes que fiar porque no los llevo encima.
Luis, al oírlo, se levanta de la silla y se le queda mirando con las manos en la cintura.
-Pero… ¡bueno!, ¿me crees tonto? Te he visto pagar el desayuno esta mañana con un billete de veinte euros y ahora me dices que te fíe. Si quieres apostar hazlo poniendo la apuesta sobre la mesa y hazlo ya, sin mirar de nuevo que a toro pasado todos somos infalibles- y metiendo la mano en su bolsillo, Luis saca la cartera y pone un billete de veinte euros en la mesa –Pero que conste que mi apuesta es porque no sube el muro, pues puede rodearlo o dar marcha atrás.
-¡Está bien, está bien, hombre!- y sacando veinte euros del bolsillo, también los coloca en la mesa –Y, ahora, miremos a ver que hace- Y los dos se pusieron a mirar de nuevo.
Aquel extraño ser, como esperando a que los dos amigos se pusiesen de acuerdo en sus apuestas, aun andaba parado ante el muro sin tomar decisión alguna. Aun dudó un instante más hasta que, en un momento, encogió sus pequeñas patitas y dando un enorme salto, se subió a la parte alta del muro que le cortaba el paso. Ya arriba giró la cabeza para admirar el paisaje que le presentaba su nueva posición y sin pensarlo mucho, comenzó a andar en la dirección donde el terreno que pisaba era más liso y en suave pendiente hacia abajo.
La carcajada de Mikel sonó en la sala y levantando la cabeza, recogió los cuarenta euros que en ella había depositados
-¿Tú has visto eso?- exclamó la sorprendida voz de Luis –ha dado un salto que le supera en más de diez veces su altura. ¡Con lo enclenque que parecía el tío! ¡Ese salto no lo da ni una pulga! ¡La madre que lo p…!- y volviéndose a su amigo Mikel que con gesto usurero guardaba y saboreaba los billetes en su bolsillo, le preguntó
-Tú, de estar en su lugar, ¿Hubieses gastado todas tus energías en dar ese enorme salto para pasar por encima de ese muro?
Mikel le miró sonriendo
-Si quieres que te diga la verdad, nunca hubiese intentado salvar ese muro, pero, claro, yo no estoy en el pensamiento de ese tío y vete tú a saber qué es lo que está buscando.
-Pues míralo, ahí lo tienes parado cogiendo algo del suelo- comentó Luis mirando de nuevo. Mikel se puso a mirar también
-Tío, es muy pequeño lo que ha cogido y no lo puedo ver, aunque no entiendo que puede haber encontrado ahí. ¡Joder, y ahora se lo está comiendo! Estará alimentándose para coger energía para llegar a donde vaya
-¿Ir?- preguntó Mikel sorprendido -¿A dónde va a ir ese microbio, si lleva andando cuatro días en esa muestra que no mide ni un milímetro? Ese tío no va a ninguna parte- y apagando el microscopio se alejó rezongando hacia a mesa donde trabajaba junto con Luis en aquel frío laboratorio.

jueves, 9 de octubre de 2008

ERASE UNA VEZ UNA ASTUR (A mi amiga Ana)



A veces nos hacemos más daño con nuestros pensamientos que la vida con todas sus injusticias y miserias; pero, cuando nuestras mentes se abren a la luz del conocimiento, entonces se fortalecen de tal forma que, ni en la peor de las catástrofes, sucumbimos a la cruda realidad.

Así debió pensar aquella asturiana que, besando con suavidad la entrada en su vida de su medio siglo en propiedad, cambió para siempre su destino.

¿Quien no podría recordar ahora, al contemplar en sus ojos su nueva mirada, la de aquella joven ilusionada, dibujada en blanco junto al ara de su futuro?

¿Quien podría olvidar la divina belleza del rostro de aquel ángel inocente, afirmando ante todos, que su felicidad se cimentaba sobre aquel matrimonio que entonces comenzaba?

¿Quien iba a convencer a aquella doliente tristeza, caída cual hoja de otoño en los tenebrosos brazos de una pasajera pesadilla, que la tabla de salvación no siempre anda cerca del barco recién hundido?

Sí, siempre queda un lugar bajo el sol, un soplo de aire fresco en el desierto, un suspiro de oxígeno en la negrura de un pozo, una gota de vida en un sepulcro.

¡Sí, siempre queda un hilo de esperanza! Y ella lo buscó en la enmarañada red de la tecnología y lo encontró.

¡Amigos! ¡Tantos, que a veces ni recuerda sus nombres!

Y entró, leyó, escribió y la amistad floreció de nuevo en su corazón. Y llegaron más amigos desde el infinito; unos cercanos y amables, otros cariñosos y amenos, otros lejanos pero alegres. Y llenaron tanto su alma, su corazón, su vida, que le faltaron horas para disfrutarlos, vida para compartirla, amor para repartirlo.

De nuevo volvió la sonrisa a su rostro y su casa se llenó de luz, de vida, de sentimientos.

Cuando se llega a la segunda fase de la vida, hay que cambiar los objetivos, los gustos, las aficiones; hay que saber adecuar nuestras necesidades a nuestra nueva realidad y ¡nunca olvidar que por muy negra que amanezca una mañana del octubre de nuestras vidas, siempre termina saliendo el sol! y, cuando sale, todo brilla con una nueva luz de esperanza, con una nueva forma de ver el paisaje, con un nuevo futuro donde anidarán nuestras nuevas ilusiones, pero estas, al estar fundadas en la experiencia, difícilmente podrán ser demolidas por las injusticias y miserias de la vida.

Hoy me pediste un regalo, queridísima Ana, te ofrezco el mejor que te pueda dar, el decirte que la experiencia en la vida me ha demostrado que lo más hermoso que podemos recibir es la limpieza con la que somos capaces de darnos a los demás.

Tú te puedes dar así. Tus hijas y tus amigos siempre te lo agradeceremos; lo demás, es la pesadilla de una mala noche que muere al despertar otro día.

¡¡¡FELICIDADES KARAMBOLA!!! Y cuando la tengas, por favor, repártela entre nosotros, tus amigos.