Vueling

jueves, 30 de noviembre de 2006

OLIENDO A CAFE Y BLUES


Bajo sus pies las aceras mojadas, quizás de tanto llorar por el paso del tiempo; paso cansino, omiso a todo, la lluvia, la tenue luz, penumbra sobre oscuridad, oculta en las sombras de un silencioso ambiente, invernal, húmedo, eterno.

Y, al margen de las aceras, escondidas entre los alcorques de árboles que siempre fueron, antiguas, como el viejo bar al que dirige sus pasos, farolas de hierro. Luz mortecina y caduca que mal alumbra sus pensamientos.

Entra en el bar, muy despacio, como queriendo no hacerlo. Poca luz, imitando las farolas; como siempre, de humo lleno. Y... como siempre, al fondo, en mesa de mármol y hierro, sentado está su amigo George, tomando un café negro; cerrados sus ojos, disfruta de las notas que, del piano, van surgiendo.

Se sienta sin saludar. No es necesario, el saludo ya fue hecho, hace ya tanto, que ni merece un recuerdo. Pide café, también negro, con unas gotas de brandy. Cierra los ojos y meciéndose al compás del viejo blues, juega también a sueños. Es lugar para añoranzas. Es un lugar de otros tiempos, de tiempos que ya se fueron con tristeza en la mirada. Si pudieran, cualquiera de ellos dos los viviría de nuevo.

Son tiempos de recordar, abrigados por el olor a bourbon y café mezclados, a brandy, a ron añejo, tanto como los pensamientos. Llegan voces de saludos que les sacan de sus sueños. Más humedad añadida al claro-oscuro ambiente del viejo local, que hace acurrucarse a John bajo su denso abrigo. Anne, David, Paul y Tonny, los de siempre, los que acumulan recuerdos que le dan vida a la noche fría, oscura, de invierno. Se sientan noche tras noche a recordar historias de tiempos vividos, en ese añejo bar, sentado con los amigos, añorando todo aquello que pudo ser y no ha sido. Sin tristeza. Con la nostalgia flotando entre notas del piano y el humo de los cigarrillos.

-Yo tomaré un bourbon más.

-Yo un café con brandy dentro.

-Yo.. un gintonic ... con mucho hielo.

-Para mi whisky, por favor. Si es de malta lo prefiero.

-¡Pues, ... yo no sé que tomar!.

¡Anne!. ¿Qué te hace dudar?. Póngale algo ligero, no se vaya a marear. ¿Qué prefieres: dulce o seco?.

Y, entre sonrisas y alcohol; tabaco, música y recuerdos, pasan las horas charlando, dejando sus almas salir de sus embriagados y fríos cuerpos.

Sin planes para el mañana. ¡Aun mañana está muy lejos!. Tararea John el viejo blues. ¡Qué no tendrá el olor de un buen café!. Llena de sueños la noche; abre el alma sin reservas; arranca sonrisas de bocas fruncidas por el frío, el sufrimiento, la dejadez, el hastío, el silencio.

Ya muy de madrugada, se despiden en la puerta de un bar que no tiene nombre, solo tiene olor a añejo y a ellos.

Y aún sigue lloviendo.

lunes, 20 de noviembre de 2006

AQUELLOS MIS VIEJOS TIEMPOS


Paseando por la playa,

Descalzo, fumando, en silencio.

Las manos en los bolsillos,

Aun hace frío, es invierno.

No sé si triste o feliz,

Ávido de recordar,

Me vienen a la memoria

Aquellos mis viejos tiempos.

Caneando bailan mis sienes,

Dejándose mecer vencidas

Por el aire y los recuerdos.

¡Qué buenos tiempos aquellos!

Andar erguido, altanero,

De mi juventud seguro,

De ver ante mi el futuro,

De tener en mi mano el tiempo.

¡Iluso infeliz, soñador!

¿Por qué nadie me contó,

que el tiempo es como la arena,

que se va de entre las manos

sin dejar apenas huella?.

Ahora, ¡Qué claro lo tengo!

Si miras el tiempo pasar,

Terminas mirando hacia atrás

Cuando ya no queda tiempo.



De Alejandro López

jueves, 9 de noviembre de 2006

SI YO FUERA AGUA



Agua que riega, al pasar, mis pensamientos

Floreciendo de verdes sueños mis esperanzas.

Agua de otoño, de mayo, de mar, de cielo,

De ríos que como venas riegan mi cuerpo

La cárcel donde encerraron mi ser, mi alma.

¡Cómo envidio tu libertad, tu don de vida!

¡Bajando a tu albedrío de cielo a tierra!

¡Subiendo sin alas, libre, de tierra a cielo!

¡Caminando con firme paso entre las rocas!

¡Llenando de nueva vida aquello que tocas!

Agua de manantial, flujo de sangre

De esta ya vieja y cansada tierra agostada

Que en alegre concierto, regalando vida

Bajas de las montañas hasta su orilla

Llenando de nuevo al mar de nueva sabia.

¡Qué no daría yo por ser tú, agua!

Agua que riega al pasar mis pensamientos,

Para poder soñar que mi alma es y será agua.